El entretenimiento institucional que genera la UMSA a través de su conocida entrada universitaria, contrasta con sus magros resultados científicos, tecnológicos, publicaciones o personalidades académicas. Según las críticas del autor, es presumible que esta situación permanezca los próximos 35 años.
El sentido común no es resultado de la educación.
Víctor Hugo
La investigación es vista, generalmente, como un proceso doloroso, agobiante y poco grato que solo tendencias masoquistas valorarían. Tal vez por esto, hoy día existen centenares de investigadores en la mejor universidad del país que reciben infaltables pagos mensuales como tales porque están vinculados a institutos de investigación, aunque apenas publiquen un paper de menos de 20 páginas cada cinco años. Son los prohijados del sistema universitario a los que nadie les exige nada en absoluto, a no ser apoyar a alguna tendencia política de turno sin que aparezca ni por error la realización de auditorías que establezcan los productos de décadas de trabajo.
Por otra parte, la entrada universitaria es vista como el momento de auténtica identidad institucional, no solo de estudiantes, sino también de docentes y administrativos; es el júbilo sin límites, el entretenimiento máximo y la ocasión de que el baile brinde a escala masiva el reflote de un sinnúmero de tendencias reprimidas. Entre la pesantez de la investigación siempre escasa e internacionalmente casi irrelevante y el entretenimiento a lo grande, se dibuja la realidad de la actual mejor universidad.
Según el sitio web de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), hasta el año 2023, se contaron 53 institutos de investigación, de 56 carreras distribuidas en 13 facultades[1]. Sin embargo, la información no es uniforme, variando la ciencio-metría y la biblio-metría según la fuente a la que se acuda. El Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB), por su parte, reporta en Internet que, hasta 2023, hubo en la UMSA poco menos de 79 mil estudiantes inscritos y poco menos de 2.500 docentes[2]. La inteligencia artificial indica que son docentes-investigadores de la UMSA, al menos 1.200 profesionales.
Los 53 institutos de investigación existentes actualmente en la UMSA, se distribuyen 27 en el Área Científica y Tecnológica (51%); seis atienden los requerimientos concernientes a temas de la salud (11%) en tanto que 20 investigan problemas de carácter humanístico, social, económico y cultural (38%). Pese a que existen dificultades de diverso tipo para construir indicadores, y que es muy discutible establecer una separación drástica, gracias a publicaciones anteriores[3], se puede estimar que, de los 53 institutos, el 20% desarrolla, eminentemente, actividades de investigación básica; el 50% se dedica a la investigación aplicada; en tanto que el 30% restante ofrece la venta de servicios y realiza labores de interacción social y desarrollo experimental, efectuando tareas especializadas.
En el área de Ciencia y Tecnología, hay cinco facultades: la de Ingeniería (con ocho carreras y 13 institutos de investigación) la de Ciencias Puras y Naturales (con seis carreras y nueve institutos) la de Ciencias Geológicas (con dos carreras y dos institutos) la Facultad de Agronomía con tres carreras y un instituto de investigación y la Facultad Tecnológica que pese a tener nueve carreras, cuenta solo con un instituto de investigación. En total, son 28 carreras con 26 institutos (49% de la UMSA).
En el área de Ciencias de la Salud, hay tres facultades: la de Medicina, Enfermería, Nutrición y Tecnología Médica (con cuatro carreras y tres institutos de investigación), la de Ciencias Farmacéuticas y Bioquímicas (con dos carreras y tres institutos) y la Facultad de Odontología con una carrera y un instituto de investigación. En total, son siete carreras y siete institutos (13% de la UMSA).
En los datos proporcionados no se incluyen como carreras, a los programas de formación de tercer nivel que desarrollan algunas unidades dentro de una o más facultades desde hace varios años. En total, las tres áreas de conocimiento reúnen a los 53 institutos de investigación que, según la normativa vigente, se rigen por el REGLAMENTO DE INSTITUTOS DE INVESTIGACIÓN DE LA UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRÉS, aprobado el año 1990 por el Honorable Consejo Universitario que, a la letra, el Art. 2°, indica lo siguiente:
El Instituto de Investigación es una Unidad Académica encargada de planificar, ejecutar y evaluar
programas y proyectos, tanto de investigación y desarrollo científico, tecnológico y humanístico,
como la Interacción Social en áreas del conocimiento o en problemas identificados de la realidad
aprobados previamente por las instancias superiores de Gobierno.
Varios aspectos es conveniente analizar varios aspectos de dicha normativa. En primer lugar, se trata de un REGLAMENTO concerniente a la investigación universitaria. Sin embargo, desde el inicio pone a dicha actividad como similar a la función de interacción social. Es comprensible que la investigación científica esté vinculada con el conocimiento nuevo, tecnológico y humanístico, pero no irremisiblemente debe estar unida con la interacción social. Existe investigación pura que no incluye aplicación alguna para beneficio inmediato y que no exige que quien realice descubrimientos científicos necesariamente interactúe con cualquier nivel de la sociedad y el entorno. Es más, solo la universidad pública y autónoma sin fines de lucro planifica y lleva a cabo tal tipo de trabajo. A tal anfibología contribuye, por su parte, la normativa que establece que la interacción social se realizaría en estrecha relación con la investigación (Art. 2° del Reglamento respectivo del XII CONGRESO DE UNIVERSIDADES).
En segundo lugar, es equívoco el producto de la investigación, si se lo confunde con los resultados reportados de un proyecto de intervención que interactúe con la sociedad. Siendo un REGLAMENTO referido a la investigación, debería exigir resultados científicos relevantes, conocimiento inédito útil para la sociedad e innovaciones para el proceso de enseñanza y aprendizaje en las distintas disciplinas. Así, la investigación como segunda misión universitaria, coadyuvaría de modo apreciable al despliegue de la primera y de la tercera misión. Si la investigación generara, por ejemplo, algún prototipo nuevo, podría emplearlo para la promoción y el desarrollo social. Por lo demás; resulta absolutamente cómodo que los profesionales, hoy, de los 53 institutos de investigación, no cumplan, o al menos no lo hagan a plenitud, lo que indica el inciso “j)” del Art. 17° del REGLAMENTO indicado, referido a las actividades y obligaciones de los investigadores docentes:
j) Presentar los resultados de la investigación en sesiones periódicas organizadas por el Instituto,
Carrera, Facultad o Área para su discusión.
Aprovechando la ambigüedad, hay casos de docentes-investigadores que, permaneciendo como titulares por tres o cuatro décadas en algún instituto de investigación, publicaron apenas cinco papers de 15 páginas en promedio en toda su vida profesional, además de un libro ocasional. Los informes anuales de actividades por 64 horas mensuales hicieron referencia reiterativamente a apoyar el trabajo de tesis de estudiantes, participar en eventos académicos y actuar en redes sociales. Mientras que universidades de prestigio mundial exigen a los investigadores pagados la publicación de tres o cuatro papers científicos indexados anualmente; en la UMSA hay casos de investigadores que publican cuando se acuerdan, un paper medianamente inédito cada ocho años.
La medida de que todos los papers deben someterse a evaluación de pares ciegos o tuertos, solo se entiende en un contexto tan absurdo como el incumplimiento de productos de investigación y su substitución por actividades de interacción social. Al presentarse un postulante a un instituto de investigación, debiendo ser docente en ejercicio mientras dure su contrato, entrega para su evaluación al menos un proyecto que realizaría anualmente. Si gana el proceso, es obvio que el proyecto de investigación que realizaría no solo es factible, sino que debe acabarlo en el plazo del contrato. Que haya sido evaluado como un investigador idóneo por sus publicaciones y su hoja de vida, avala que el producto anual que entregará tendrá la calidad académica mínima. Por lo tanto, someter su texto a evaluación de pares está de más, atentando contra el derecho laboral del contratado de publicar el producto de su trabajo en la revista oficial del instituto de investigación que lo contrató.
Curiosamente, por distintas razones, coordinadores, directores y otros mandos de los 53 institutos de investigación, no realizan control alguno respecto de la presentación de resultados anuales de los investigadores bajo su autoridad. Si lo harían publicarían, en promedio, por lo menos 30 números anuales de las revistas de institutos, con al menos 300 papers cada año, coadyuvando así a engrandecer las publicaciones científicas de San Andrés, ofreciendo pautas científicas para la docencia y la interacción. Siguiendo otras normas absurdas, una revista no debe publicar solo artículos de los investigadores que sean parte de cada instituto; también debe hacerlo de gente interesada. Dar la opción de publicación a terceros está bien, como también lo está que sus textos se sometan a la revisión de pares para precautelar la calidad; pero hacerlo de quienes fueron aprobados, que presentaron proyectos relevantes y mostraron idoneidad como investigadores es una falta de respeto a su condición y postulación, transgrediendo el CÓDIGO DE TRABAJO. Por lo demás, investigadores avezados, simplemente no presentan paper alguno de uno o diez años de trabajo, recurriendo a las tácticas mencionadas anteriormente. En fin, se han dado publicaciones anuales de 10 colaboradores ad honorem, sometidos a la criba teñida de venalidad y de solo un investigador del instituto respectivo; en tanto que siete investigadores pagados por un año, no publicaron nada. Aquí es evidente la imperiosa necesidad de auditorías académicas que señalen las carencias de papers, individualmente.
Que estudiantes evalúen los proyectos de investigación presentados por los docentes que postulan a ser investigadores en los institutos, es un principio de la universidad pública y autónoma. Sin embargo, frente a los esfuerzos de regular la segunda misión institucional realizando el I CONGRESO INTERNO DE CIENCIA, TECNOLOGÍA Y CULTURA en 1996, la intención fracasó rotundamente, entre otras razones, porque los estudiantes no asistieron, argumentando urgencias coyunturales no atingentes.
La relación del número de institutos de investigación por el número de estudiantes, es decir, el indicador de eficiencia educativa concerniente a la formación de los recursos humanos empleando los medios materiales, los ítems y el personal calificado para que genere conocimiento nuevo, en la casa de estudios superiores paceña, es de un instituto de investigación por poco más de 1.530 estudiantes, puesto que en la gestión 2023, se habrían registrado poco menos de 78.800 estudiantes inscritos en el nivel de licenciatura o inferior. Las facultades con más institutos por el número de estudiantes inscritos son la de Ciencias Geológicas con más de 540 estudiantes por unidad; la de Ciencias Puras y Naturales con 555 inscritos y la de Ingeniería, con 820 estudiantes por cada instituto de investigación. En la proporción opuesta, las facultades con menos institutos por los estudiantes inscritos son la de Tecnología con casi siete mil estudiantes que se beneficiarían de los productos de investigación de un solo instituto; la de Ciencias Económicas y Financieras con más de 4.350 matriculados por cada unidad de investigación. La razón de la media respectiva es de 0,0006.
Si consideramos que, en promedio, cada instituto de investigación tiene diez profesionales que ocupan escasamente 320 horas mensuales, los ítems remunerados son 530. En cada instituto para contratar a un investigador, sea como interino o contratado, debe aprobar y defender, entre otros requisitos, al menos un proyecto de investigación del que, es obvio, al término de su contrato presentará un paper anual (esto es, el reporte de resultados de la investigación llevada a cabo en el plazo indicado). Es razonable que dicho paper tenga en promedio, alrededor de 15 páginas, por lo que se establece que cada año, la revista del instituto respectivo tendrá 180 páginas.
Actualmente se ha percibido la tendencia a regular los excesos en el entretenimiento auspiciado por la UMSA, lo que es muy encomiable, por cierto, particularmente en lo referido a la entrada folklórica universitaria. Hasta hace pocos años, miles de estudiantes, centenares de docentes y de administrativos ensayaban danzas durante tres o cuatro meses al año, para mejorar sus presentaciones altamente onerosas. En predios públicos cercanos a las aulas, con música folklórica amplificada, decenas de grupos ensayaban bailes a cualquier hora del día hasta tarde por la noche, ocasionando una contaminación acústica de tales proporciones que resultaba una proeza que el docente pase clases logrando, mínimamente, los objetivos de la sesión. Hoy hay restricciones para los ensayos.
Eventualmente, se establecieron otras restricciones en aras de lo académico y de la investigación; sin embargo, medidas obvias no son implementadas. Por ejemplo, son 35 años de entradas universitarias sin que se publiquen las monografías sobre los bailes. Si se lo hiciera, aun virtualmente, se evitaría el plagio, impulsándose aportes relevantes que rebasen la formalidad. Por otra parte, fue una medida acertada restringir que la mayor empresa de cerveza del país convierta la entrada en un mercado para sus productos. Finalmente, pese al beneficio de la actividad, cabe reflexionar sobre cómo hay estudiantes que dedican largas horas del día a sus ensayos erogando altos costos, en tanto que no atienden con similar intensidad su propia formación profesional.
Ingeniosamente, en los últimos años se han elaborado argumentos respecto de la importancia de la entrada universitaria. Con todo, en una ocasión, un visitante europeo preguntó si el evento, como otros similares en la ciudad de La Paz, que bloquean la circulación de innumerables calles y avenidas, correspondía a una universidad de baile. La persona a la que preguntó solo atinó a responder el lugar común repetido incansablemente: es la recuperación de valores culturales, la reproducción de identidades artísticas y folklóricas, la valoración del mosaico diverso y variopinto de expresiones tradicionales y la recreación de estilos de baile, ritmos, vestuarios y símbolos que, de otra forma, se perderían. Así, el entretenimiento institucional genera que la UMSA sea conocida más por la entrada universitaria que por sus resultados científicos o tecnológicos, por sus publicaciones o por las personalidades académicas que la representan. Es presumible que seguirá siendo así, los próximos 35 años. Mientras tanto, no debería sorprender a nadie que un instituto de investigación que nunca publicó un solo paper, que carece de revista institucional, en época de elecciones, muestre a un docente como el más importante propulsor de la “noche de talentos”, cumpliendo la tarea más importante de la entidad, apareciendo como el mejor profesional de un instituto de investigación.
[1] https://www.umsa.bo/en/institutos
[2] https://www.ceub.edu.bo/cifras/?opcion=matricula_g_univ y https://www.ceub.edu.bo/cifras/?opcion=docente_admin
[3] Véase particularmente, la obra de hace dos décadas que corrobora las tendencias: