Este artículo analiza el sentido de excepcionalismo que China posee; es decir cómo este país se considera bondadoso y diferente al resto de naciones; esta autopercepción resulta fundamental para proyectar su visión del mundo y gestionar su política exterior.
En el verano del año 2008, las calles de Beijing mudaron su apariencia habitual para cobijar por varios días las figuras alegres y vivaces de las cinco mascotas olímpicas que, con sus rostros de animales y siluetas representativas de los cinco elementos naturales, cambiaron la rutina y los hábitos domésticos de los pekineses, quienes engalanaron sus apacibles vecindarios, los concurridos mercados de abasto y los modernos centros comerciales, incluyendo los tradicionales hutongs de la otrora capital imperial, con los colores y la esencia de los Juegos Olímpicos que se celebrarían por vez primera en territorio chino.
Por esos cálidos días, Beijing acogió la visita de millones de personas provenientes de todos los países del mundo, que llegaban a la ciudad, fascinados por la magnífica y opulenta infraestructura de los principales recintos deportivos, cuyas sedes albergarían por más de treinta días a la mayor de las competencias atléticas del orbe.
Sin embargo, como es habitual en el proceder de las autoridades chinas, el entretelón de todos esos esfuerzos técnicos y arduas labores de planificación quedó encubierto. Detrás de toda esa febril actividad, un complejo, así como sofisticado entramado de obreros, técnicos y burócratas del Estado chino, trabajaba sin concederse pausas para lograr el propósito principal del gobierno liderado por Hu Jintao, (entonces presidente chino y secretario general del partido comunista): cautivar la atención del mundo entero con la realización de lo que los propios chinos denominarían, a posteriori, como la mejor organización de los juegos olímpicos en la historia reciente de la humanidad.
Quedó demostrado que, con la realización de las Olimpiadas de Beijing del año 2008, el gobierno de la República Popular China efectuó uno de los más relucientes despliegues de tecnología, creatividad y fantasía, visto pocas veces en la ejecución de un evento internacional de estas características. De esta forma, la realización de los juegos olímpicos permitió a la alta dirigencia del Comité Central del Partido Comunista Chino, como a las autoridades estatales y municipales del país, develar las estrategias iniciales de un poder blando concebido por la nación comunista para seducir al planeta, a través del entretenimiento, el intercambio cultural y, a la postre, un ambicioso y progresivo desarrollo económico tecnológico, orientado a consolidar asociaciones estratégicas con otros países, bajo sugerentes como atractivos programas de otorgación de créditos, edificación de diversas infraestructuras portuarias y camineras, principalmente, y la explotación de recursos naturales.
Bajo estas circunstancias, Zhonguo, el Reino del Medio, como se conoce en idioma chino mandarín a la actual República Popular China, se valió de la organización de dicho evento internacional para impulsar la difusión de su influencia global en otras naciones, sobre todo en aquellas pertenecientes a los países en desarrollo.
El excepcionalismo como principio fundamental del poder blando chino
Para analizar las estrategias del poder blando chino, se requiere interpretar la cosmovisión política del país que, según Fisas, está influenciada por un profundo sentido de excepcionalismo, vale decir que China se ve, asimismo, como un país bondadoso y diferente al resto de naciones, por lo que esta autopercepción resulta fundamental para proyectar su visión del mundo y cómo gestionar su política exterior.
Este sentido de excepcionalismo, enorgullece a los chinos porque a través de él toman conciencia de haber alcanzado, en poco tiempo, un desarrollo económico notable que les otorga ser la segunda potencia económica en el ámbito global, llevando adelante un rol preponderante en el concierto internacional. Estas características se traducen en un fuerte y acendrado sentimiento nacionalista de la población, con un marcado apego a su soberanía geográfica, y la perspectiva de conseguir una vía al desarrollo propia e independiente a pesar de estar interconectada con el resto del mundo.
De hecho, la figura prominente y personalista del actual presidente Xi Jinping, proyecta el ideal del Gobierno chino por lograr en el mediano plazo la consecución de una producción industrial propia de altos estándares, que desplace y confine a las diferentes industrias foráneas de alta gama, presentes, en la actualidad, en los principales centros comerciales e industriales del país.
Ante este contexto, resulta útil citar a Rouvinski, quien refiere que la estrategia del poder blando de los chinos es polifacética y abarca diversos elementos como la cultura, la educación, la diplomacia y el compromiso económico.
A pesar de ello, los grandes esfuerzos exhibidos por la diplomacia china alrededor del mundo, durante los últimos años, para consolidar el poder blando del gigante asiático en extensas áreas de países periféricos, como de naciones industrializadas, continúan encontrando barreras temporales que impiden el cometido principal de los líderes políticos chinos para posicionar la influencia positiva de su país sobre otras naciones industrializadas de Occidente.
En varios sectores poblacionales, tanto de regiones en desarrollo como de países industrializados, prevalecen juicios y opiniones muy extendidas, relativas a la baja calidad de los productos de procedencia china, así como también la publicidad desfavorable de ciertas prácticas y costumbres gastronómicas, consideradas exóticas e inapropiadas para el consumo humano.
Otro aspecto, no menos importante, radica en las características que presenta la información proveniente de los medios de comunicación de China, con escaso contenido de análisis periodístico sobre determinados hechos de intereses global, como fue el origen y la posterior propagación de la pandemia COVID 19 durante la gestión 2020.
A su vez, el tratamiento de temas sensibles para el Gobierno chino, como la situación de los derechos humanos de la población uigur en la provincia de Xingjiang, constituye un factor perjudicial que imposibilita el posicionamiento de la influencia positiva de China en el contexto internacional.
Para contrarrestar ideas y prejuicios preestablecidos en el exterior sobre el actuar de la política china, las autoridades del país asiático llevan a diario diversas actividades, a fin de develar el rostro favorable y benefactor de China, de tal modo que son trasladadas con relativa frecuencia a ese país, delegaciones de periodistas extranjeros y representaciones diplomáticas, con el objeto de realizar giras y recorridos por amplias zonas de producción industrial y deleite cultural.
En el imaginario colectivo de las personas, China está presente de muchas maneras, destacando, si se le atribuye sólo un contexto favorable, su impronta cultural e histórica con la contribución de renombrados inventos y prácticas culturales que beneficiaron al desarrollo y la evolución de la humanidad. Por lo tanto, resta conocer cómo posicionará en el mundo actual una influencia original, atractiva y no forzada, que se desprenda del interés político y el cálculo económico.
Bibliografía
Rouvinski, V. 2023. El Poder Blando de China en América Latina, Diálogo Político. Claves para entender China, Konrad-Adenauer-Stiftung, Montevideo, Uruguay.
Fisas, V. 2022. Ganar Ganar: La estrategia china para seducir al mundo. Icaria Editorial, Barcelona, España.